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jueves, 8 de julio de 2010

Oráculo de Caled - Or 1

Dalbe: ¿Qué sucede Caled? ¿Por qué te has quedado…?

Caled: Veo en el horizonte una lucha de sombras: las del mal y las del bien. Una lluvia torrencial se acerca y provoca desbordamiento.

Dalbe: ¿Y eso es grave?

Caled: … El lago ha subido al cielo. Dime Dalbe, eleva la mirada y observa qué ves ¿Es el cielo? ¿Es el lago?



Dalbe: No sé…

Caled: Deja que los ojos lean. Allí puedes ver con paciencia cómo, despacio, poco a poco, se van extinguiendo los vulgares. Al sabio le cuesta aún comprender; sabe del peligro porque los gobernantes viles siguen oprimiendo pero temerosos ya de su poder y eso los hace salvajes y ciegos.
Por eso el sabio se mantiene alerta, atento a la actividad. Los vulgares esperan el anochecer para atacar con sus arman durante la noche.

Dalbe: Oh, cuánto peligro…

Caled: No temas nada…

Dalbe: Pero maestro, qué podemos hacer; ellos permanecen en una guerra cruel. No abandonan.

Caled: Es que no se abandona. Por eso la misión es estar dispuesto a todo. Es el momento Dalbe. La decisión debe marchar unida a la precaución. Si eres cauteloso no tienes por qué asustarte.
Es un tiempo vigilante, donde debes ir armado y protegido para cuando el peligro se acerque, entonces no hay nada que temer.

Dalbe: ¿Y cuáles son las armas?

Caled: Matener tu carácter y saber que ellos no pueden cambiar las suyas, que utilizan medios persuasorios y quieren llevarte de esclavo a su mundo; necesitan que obedezcas y dormites en sus lechos.
Tu arma Dalbe es la razón. Con ella las bajas pasiones se retiran. La razón sin alardes, sin luchas desesperadas por conseguir lo que te propones. Y… no olvides llevar armadura.

No dejes de mirar el lago-cielo para preveer los movimientos de los viles que están provocando esa imagen.