Acceder

viernes, 8 de abril de 2011

Vejez


No se es viejo por la edad sino por la comparación con lo que hemos sido y con los demás.

El aspecto físico de vejez cuando lo empezamos a observar en nosotros mismos crea estímulos negativos en todo lo demás.

Quita libertad, expansión, el dominio de sí mismo. Nos vamos alejando. Y puede que empecemos a sentirnos feos, sin encanto alguno, cosas que van restando nuestra propia seguridad.

Con respecto a esto tendríamos que tener claro una cosa:
Existe una perpetua fuerza creadora que está a disposición. De ahí que hay que seguir siendo fieles a nosotros, a todo lo que somos, lo que representamos, lo que sentimos, lo que creamos.

Es necesario abandonar las viejas costumbres: la competencia y el estar comparándose con los otros o con nuestro pasado, ya que eso sin darnos cuenta va originando un espíritu o sentido de inferioridad que no existe.
Sólo lo experimentamos nosotros, no lo valoran así los demás. Se trata de un sentimiento propio que nos lleva a evaluarnos de esa manera.

Hay que abandonar entonces todo eso y permitir que crezca la humildad, o sea la propia aceptación, la paciencia, la tolerancia.
Mantenerse íntegro con todo el ser que no es una cara o una piel o una mancha. Es todo y ese todo trabajando junto es lo que resplandece.

El Universo fluye a través de ti, eso hace que estés envuelto en él abriendo el destino de una manera propicia que es lo que lleva a conseguir grandes objetivos.

Siempre se es bello, se es hermoso… que no te confunda tu propio rostro al que miras vacío porque él está lleno con todo.